martes, 22 de enero de 2013

Superficialidad


Hola. Me llamo Caroline Hills. Tengo 17 años. Nací en Manhattan, New York.
Tanto mi mamá como mi papá son importantes empresarios, por lo que rara vez los veo, ya que siempre están de viaje. Pero no importa, porque tengo a mi disposición todo tipo de criados: cocineras, limpiadoras, choferes… Y un montón de amigas que me acompañan a todos lados.
Mi familia no es un familia pobre, gracias a Dios, no se como habría vivido, ¡Que horror!  Siempre tuve lo que quise, era pedir algo y me lo daban, siempre por teléfono claro, ya que apenas estaban en casa. Pero cuando volvían (que solía ser en navidades) traían un montón de regalos. Mi papá me compraba todo tipo de juguetes y aparatos electrónicos, aunque no siempre me traía lo que yo quería… A los 5 años me trajo una Tablet, un Iphone y un scooter, pero yo no quería eso. Yo quería un avión privado. Así podría visitar Europa siempre que quisiera. Podría ir de compras a Paris y a Milán todos los fines de semana. Y no tendría que esperar tanto en los aeropuertos. Odio esperar. Es una de las cosas que mas odio. Si, soy impaciente, muy impaciente, pero nadie es perfecto.
Al final, papá me consiguió el avión, después de pasarme casi todas las navidades pataleando.
Mi mamá por otra parte, siempre me traía ropa, pero no cualquier clase de ropa, prendas de última moda. Lo más de lo más. Siempre acertaba, si hay algo bueno en mi mamá es su buen gusto.
Siempre fui a colegios privados. Los públicos son asquerosos, llenos de niños mal vestidos,  mal peinados y malolientes.
Cualquiera pensaría que teniéndolo todo, lo más lógico es que sea un modelo de conducta. Bien, pues no. No me gusta la gente que espera cosas de mí, así que evito a toda costa gustarles. Hago lo que me da la gana, donde y cuando me da la gana.
Mi casa siempre ha sido el sitio donde se celebran las mejores fiestas. Y es que ¡adoro las fiestas! Siempre se conoce gente nueva (ya que los amigos aparecen siempre con más amigos), son ocasiones para estrenar modelitos, y para lucirlos en la pista de baile.
No tengo hermanos, soy hija única. Y no quiero tenerlos, odio compartir mis cosas. Lo que es mío, es mío. Y lo que es tuyo, posiblemente en un futuro también será mio.
No soy una princesa, no, que va. Pero como si lo fuera.

Estoy en una sala de espera. En un hospital, creo. No recuerdo como llegué aquí. Hay mucha gente. Todos parecen confusos. En el fondo hay una niña, con los ojos rojos, habrá estado llorando. No la culpo, este sitio es siniestro. Todo es de color blanco. Paredes blancas. Suelo blanco. Muebles blancos. Enfermeras vestidas de blanco, todas de tez blanca, perfecta. Incluso el pelo, lo tienen blanco. Pero no es un blanco, como el de las ancianas, es más bien un rubio tan claro que parece blanco. Sonríen, siempre. Con una sonrisa perfecta. Dan miedo. No parecen humanas.

-Como te llamas?
Es la niña de los ojos llorosos.
-Caroline. Caroline Hills.
-Yo soy Alicia Brandon.
-¿Por qué lloras, Alicia?
-El Doctor me ha dicho que tengo un defecto, y que no me iría hasta descubrir cual és. Y no se cuál es…
Intenta no llorar, pero aun así, una pequeña lagrima cae de su ojo izquierdo. Parece una niña muy lista. ¿Dónde estarán sus padres? ¿Por qué la habrán traído aquí? ¿Por qué me habrán traído a mí aquí?

-Señorita Hills, pase a consulta.
Es una de las enfermeras la que me habla. Ahora que me fijo, las enfermeras se parecen todas entre ellas, demasiado. Que siniestro.
Entro en una habitación. Es blanca, como todas las otras. Tanto blanco me marea. ¿Qué tiene esta gente contra el color?
-Caroline, toma asiento.
Debe de ser el médico. Parece mayor, de unos cincuenta. Pero se conserva muy bien. Ni una arruga. Sonríe igual que las enfermeras, pero es menos siniestro. Le hago caso, me siento.
-Yo soy el Doctor Smith.
-Encantada.
-¿Sabes porque estás aquí?
-No, ¿por qué estoy aquí?
Vuelve a sonreir. Tiene una sonrisa simpática.
-Tú, al igual que el resto, tienes un defecto, algo que tienes que cambiar en ti. Cuando descubras tu defecto y lo elimines, podrás irte.
-¿Un defecto? Señor Smith, yo no tengo de eso.
Se rie. No parece creerse lo que le digo.
-Caroline,  todos tenemos defectos.
Me quedo pensando. ¿Puede tener razón? Neeah…yo soy perfecta.
-No creo, doctor.  Ahora si me disculpa, tengo un examen de mates mañana.
Hago ademán de levantarme.
-Caroline, tu ya no tienes exámenes. Este será tu hogar durante un tiempo. Su tono de voz esta vez es más serio. Ya no sonríe.
-Puedes volver a la sala de espera. Pronto te asignarán una habitación.

Y aquí estoy yo, encerrada con un montón de gente con “problemas”. ¿Qué sentido tiene? Yo no tengo ningún problema. Soy perfecta en todos los sentidos. Fisicamente: soy alta, morena, tengo una sonrisa perfecta y unos ojos grandes y almendrados. En cuanto a mi carácter, soy una bellísima persona. Una vez por semana dono la ropa que ya no quiero (que no es que sea demasiada, porque le cojo cariño a las cosas, pero bueno, la intención es lo que cuenta); por las tardes hago pilates y a la vez que me mantengo en forma canalizo mis buenas vibraciones y así las puedo transmitir más fácilmente a los demás. Concluyendo, soy un amor de persona.

                                                            * * *
He dormido un poco. Estaba realmente cansada. Sigo sin saber donde estoy. Llevo un vestido rosa. Me dijeron que la ropa que llevaba no era del todo apropiada. ¿Qué tenían mis vaqueros rotos? ¿Y mis botines de tacón? Bueno, en parte agradezco estos zapatos planos. Son muy cómodos y lindos. También de color rosa.
He estado pensando en lo que me dijo el doctor Smith. ¿Defectos? Yo no tengo de eso. No necesito un loquero, ni nada que se le parezca. Quiero ir a casa. Ya no tengo mi móvil. ¡Necesito mi móvil! Hace días que no entro al Facebook, y que no actualizo mi Twitter. Van a pensar que he pasado a mejor vida. Bueno, y si tuviera mi móvil, ya de paso llamaría a alguien, para que me sacaran de aquí.
“Ding, Dong”
El timbre. Espera, ¿tengo una habitación con timbre?
Voy a abrir. No hay nadie. Juraría que el pasillo por el que vine no era éste. Hay algo brillante en el aire. ¿Vuela? Uy, que me han drogado. Lo persigo. Llego a una escalera. Empiezo a subir escalones, o eso creo. Tengo la sensación de estar yendo hacia abajo. Llego a una sala blanca. Bueno, si a esto se le puede llamar sala. Que sitio más extraño. No tiene paredes, o bueno, sí las tiene, pero no tiene esquinas, es decir, que es redondo, como una esfera, ¡eso! La habitación es como una esfera gigante. Vale, esto es raro. Hay una mesa en el medio. Es redonda, pero es plana, medio normal, vamos. Hay como una pantalla en la mesa. Me acerco. Sí, es como la pantalla de un ordenador, pero está claro que no tiene ninguna clase de Windows. No se mucho de informática, pero me da que esto es táctil. Lo compruebo. Sip. Que lista soy. El menú es sencillo. Aunque no entiendo las aplicaciones.
Aparece algo, le doy aceptar. Se levanta como una imagen. Wow. ¡Cómo móla! Es como un holograma.

-Hola, Caroline.
-Hola.
-Me llamo Michael. Soy tu nuevo mentor.
-Encantada. ¿Qué estoy haciendo aquí Michael?
-Tu estancia aquí tiene un propósito, no te preocupes. Todo saldrá bien.

No le he preguntado eso. Ah, mayores…

-Bien, Caroline. ¿Ves esas tres puertas?
-No.
-Ah, lo siento.  (Hace un gesto con la mano en el aire. Aparecen las tres puertas en la pared. Esto no tiene sentido alguno. No puede haber puertas en una pared esférica.)
-Vale, ya las veo.
-Bien, elige una.
-¿Por qué? ¿A dónde llevan?
-Cada puerta te llevará a un lugar diferente. Pero no te preocupes, pasarás por todas.
-¿Pero que haré una vez esté en el otro lado?
-Encontrarás personajes que te ayudarán en tu búsqueda.
-¿Búsqueda? ¿Qué búsqueda?
-Encontrarás las respuestas al otro lado. Elige una.

Me fijo en la del centro. Es de madera, y tiene un color caoba muy bonito, con adornos en dorado. Parece una puerta antigua. No pega con este sitio. Pero me gusta, me recuerda a la Edad Media.

-La del centro.
-Adelante.

Me acerco. Es grande, y pesada. Al otro lado está todo oscuro. Detrás de mí se cierra la puerta. Genial.
Creo que estoy en un túnel. Sí, allí al fondo hay luz.
Salgo fuera. Ya no está el túnel. ¡Venga ya! Estoy en un bosque. Siniestro, como todo hasta ahora. ¿Y ahora qué? ¿Qué se supone que tengo que hacer? ¿Dónde están las respuestas que tengo que encontrar? ¿Qué es este sitio?
Empiezo a andar. No sirve de nada quedarse plantada en un sitio. Tengo que buscar cómo salir de aquí.

-iiiiihhiiiihiiiiiii…
-¿Pero qué…?... ah, un unicornio. Ahora sí que estoy segura: me han drogado. O estoy soñando, una de dos.
-Hola viajera.
-¡Hablas! Como no, hablas. Me estoy volviendo loca.
-Tranquila, cuanta menos lógica le buscas a las cosas más sentido tiene todo.

Respiro, expiro, tranquila, esto es un sueño…
Que unicornio más bonito, (tampoco es que haya visto muchos en mi vida, como mucho en la tele). Es todo de color dorado, pero aun así no cansa. Es un dorado suave, ameno. La crin es igual dorada, pero de un dorado un poco más claro. Me sonríe. Sí, un unicornio me está sonriendo.

-Vale. Yo soy Caroline. Encantada de conocerte.
-Lo mismo digo Caroline. Mi nombre es Anne. Sube, tenemos un largo camino por delante.
-Debo de estar soñando…
-No es un sueño Caroline, estás despierta.
-¿Entonces estoy alucinando?
-Las preguntas no son siempre la forma más adecuada de encontrar las respuestas.
-Vale, bien. (Subo a caballo, bueno, unicornio.) ¿Me dices por lo menos a dónde vamos?
-Vamos en busca de una llave.
-Una llave, ¿para qué?
-Todo a su tiempo Caroline, todo a su tiempo.

Llegamos a un puente, que cruza un río. A la entrada del puente hay un ser flotante. Ya nada me sorprende. Nos acercamos. Es una señora. Señora-fantasma más bien. Pero no da miedo. Aunque impone un poco. Habla con una voz que hace que si que dé un pelín de miedo.

-Soy la guardiana del Puente de los Deseos. Si adivináis mi acertijo, podréis pasar por él.

(Nos mira, pero no decimos nada, así que continúa.)
-He aquí el acertijo: ¿Qué es aquello que facilita e impide el paso, dependiendo de su uso, y por otro lado es la solución pero también el problema en sí?

Me quedo pensando. Anne me anima.

-Sabes la respuesta. Piensa en que andamos buscando.
-La llave. ¡Sí! Una llave facilita e impide el paso, y es, en teoría, la solución a nuestros problemas. Lo que no entiendo es como es que es el problema en sí. ¿Qué problemas puede causar una llave?
-Caroline. (Es la guardiana quién habla.) Has acertado. Aunque aún no entiendas del todo lo que esto conlleva. Aquí tienes la llave. Piensa tu deseo hasta llegar a la mitad del puente. Una vez allí, pedirás tu deseo y abrirás la puerta con la llave.
-¿Un deseo? ¿Y puedo pedir absolutamente cualquier cosa?
-Desde luego. Pero te aconsejo que pienses bien antes de pedir tu deseo. Si pides un mal deseo, entenderás como la llave puede llegar a ser un problema.
-Genial. ¡Gracias! ¿Vamos, Anne?
-Lo siento amiga, aquí se acaba mi viaje. Suerte, y que te valla todo genial…
-Gracias por todo.

Me sonríe. Ya estoy casi por la mitad del puente, llegando a la puerta flotante.

-Deseo… deseo… ¿Qué puedo desear? Ya lo tengo todo: dinero, amigos, felicidad. O quizás eso ultimo no tanto… Me gustaría pasar más tiempo con mis padres.

                                                                    * * *

¿Dónde estoy? ¡Estoy en casa! ¿Era un sueño? Era un sueño… Todo ha sido nada más  un sueño.
-Caroline, ¡el desayuno!
-¿Esa es mamá?

Bajo corriendo las escaleras. Encuentro a mi mamá haciendo tortitas, y a mi papá sentado en la mesa leyendo el periódico.

-¿Qué está pasando? Aún falta para navidad.
-Hemos pensado que deberíamos pasar más tiempo juntos, ya sabes en familia. ¿Verdad, Bob?
-Sí, cariño.
-Genial. ¿Nos vamos de vacaciones? ¿Pero no serán vacaciones de negocios, como la otra vez?
-No cariño. Vamos a ir a casa de la abuela. Y vamos a cenar en familia. Con los tíos también.
-Hace años que no veo a mi prima Elisabeth.
-Deberíamos hacer más cenas familiares. Y más cosas familiares, en general. Al fin y al cabo, solo se vive una vez. Y sería muy triste morir no habiendo hecho nada más que trabajar durante toda una vida. Así que, en esta casa, las cosas van a cambiar un poco. Vamos a ser la familia unida que nunca fuimos. ¿Verdad, Bob?
-¡Sí, cariño!
No habla mucho mi papá. Al menos en casa. Es gracioso. Mis papás intentando hacer de papás. Lo mismo funciona. ¿Quién sabe?
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2 comentarios:

  1. Excelente! El cariz fantástico del relato, ese final misterioso y ambiguo, el estilo depurado de tus monólogos... Me ha encantado, Bianca.

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