viernes, 25 de febrero de 2011

Descenso a una terriblemente hermosa orilla

(Música para acompañar vuestra lectura)


Me dejo caer lentamente por el ojo infinito de una escalera de caracol. Mi cuerpo desciende delicadamente, dejando atrás una pequeña estela brillante que se eleva junto a los escalones que parecen subir hacia ningún lado. Cierro los ojos y relajo mi ser. La oscuridad invade mis retinas. Solo el ligero viento que me indica mi descenso tranquilo y pausado me indica que sigo vivo. Poco a poco siento que mi cuerpo se va frenando hasta quedar levitando en el aire. Sin abrir los ojos intento estirar una pierna y noto el tacto de un suelo arenoso a la vez que me doy cuenta de que estoy descalzo. Decido poner el otro pie en tierra también, y dejo de flotar en el aire.

Me siento pesado, cansado, y a duras penas levanto los párpados. Cuando lo consigo veo que un paisaje azulado y oscuro me rodea. Delante de mí observo un par de árboles de formas extravagantes, negros, con muchas ramas, unas gordas y otras finas, y ninguna hoja. Parece como si me observaran. Más allá no consigo distinguir nada, una penetrante oscuridad invade todo lo que se encuentra detrás de esos cadavéricos restos de vida. Por otro lado sé que me encuentro en una playa, los oídos me indican que detrás de mí ondulan pequeñas olas. Giro el cuello lentamente y me fijo en el mar. Su superficie brilla con una tenue luz pero sin ninguna luna que lo ilumine. La débil brisa que frota mi rostro y el apaciguado sonido del agua me invitan a dejarme caer en la arena y mirar el horizonte, negro como la muerte. Pero por otra parte me fijo en el principio de la escalinata, sólo un largo recorrido ascendente del cual no puedo llegar a ver su final. Sé que debería volver, empezar a subir escalones y más escalones que no parecen tener sentido alguno, pero algo me llama a quedarme, relajarme y esperar. ¡Es tan fácil bajar y tan difícil subir! Me gustaría descansar un poco, la verdad, olvidarlo todo y dejarme llevar. Tal vez inundarme de mar también. Puede que me merezca quedarme, después de todo el sufrimiento que me ha causado estar allí arriba. ¿Para qué volver? Sin embargo, en el fondo siento miedo. Miedo a este tenebroso paraíso. No querría dejarme corromper por este sitio. Además tengo la sensación de que, en el fondo, arriba tengo la posibilidad de dejar de sufrir aunque no lo parezca. ¿Qué hago?

No debería quedarme pensando mucho más en esta terriblemente hermosa orilla…

7 comentarios:

  1. Javi,te felicito! está genial, la verdad es que consigues que el que lo lea pueda sumergirse en aquello que estás contando y llegue a visualizar detalladamente la sensación de desliz, el abismo del mar, la tranquilidad, el sentimiento de fatiga y de querer desconectar del mundo..., me gusta, de verdad.
    un beso.

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  2. Es tenebrosamente bello!
    En pocas palabras creas una atmósfera embriagadora, como un sueño muy real del que no queremos despertar...
    A mí también me ha encantado, Javi.
    ¿Has leído a Haruki Murakami?

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  3. queee xulooooo !! a mi m'agrà molt el text!! i la cançó de piiiiiianoo també =DD!!!

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  4. Me alegro de que os haya gustado :)
    NO, no he leído nada de Haruki Murakami, pero sí que he oído hablar de él. Buscaré más acerca de su persona.

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  5. Me encanta lo bien que escribes, Javier, sobre todo la idea de que caer y subir es la esencia de la vida. Un besooo

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  6. ¡Es tan bonito,y está tan bien escrito! Todos hemos sentido una experiencia similar a la que relatas, por eso tus palabras resultan más emotivas. Aunque pienso que subir no es siempre lo más difícil, sobre todo cuando al hacerlo sales a la superficie y puedes volver a respirar. Sigue escribiendo...

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  7. Alguien dijo que el hecho de que algo sea difícil bien podría llenarnos de esperanza, porque se dibuja dentro de lo real...no habita en el reino de lo IMPOSIBLE: lo difícil es posible.
    Salir de la anestesia tentadora, dejándose llevar por un golpe de audacia bien fundada...o simplemente basada en la esperanza de que la vida buena-la de los filósos griegos-es difícil, pero posible.
    Los latinos decían "Fortuna audaces iubat".
    Adelante, pues, con los peldaños y el riesgo, aunque la angustia sea compañera de viaje por un tiempo, aunque "el miedo muerda" como decía Benedetti....
    Acompáñate de las mejores compañías, alimenta la intuición y siente compasión de tu miedo.
    Feliz travesía.

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